Entro a un callejón oscuro y las rodillas me comienzan a temblar,
es la adrenalina de la droga mezclada con el frío de la noche.
El lugar no me parece nada familiar,
pero de repente escucho sonidos étnicos que salen de las paredes,
conforme me acerco se escuchan con más fuerza
los golpes melodiosos de los tambores,
el choque de la piel de animal con las manos de hombres extasiados
por su música me deleita el caminar.
Comienzo a sudar, es un ambiente cálido
y el olor es una mezcla de esencias exóticas,
con Madre Tierra y fuego.
Por unos segundos no paraba de escuchar risas del interior del lugar,
de la nada salió un tipo vestido de azul,
tenía clavos en la cara y en los brazos.
Me sorprendió tanto que me asomé un poco más
y observé ese lugar lleno de personas auténticas,
mucho fuego, mucha danza,
la locura era el principal estado de ánimo para esa gente,
¡me parecían maravillosos!
De la nada me salió una niña invitándome a hacer arte,
'¿arte?', le dije
y ella sólo me cerró la boca con sus pequeños dedos,
me tomó de la mano y saltó por una ventana.
¡Ah! Pegué un grito agudo, todo era un sueño.
Otra vez con esos sueños raros.
Al ver a mi alrededor me encontraba sumergida en una noche azul
y el aroma era algo sagrado,
tenía todo el cuerpo pintado de colores
y estaba descalza sobre el zacate.
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