Muchas veces solemos pensar en actividades o modos de vida que nos gustaría adoptar, pero si no se mantienen activos esos pensamientos, simplemente olvidamos todos nuestros planes.
Desde niños idealizamos metas para el futuro, las cuales están llenas de éxitos, felicidad y demás. Conforme vamos creciendo, los gustos y el tipo de vida van cambiando, entonces dejamos sueños tirados, acciones que un día nos parecieron estupendas, y al día siguiente, se fueron de la mano con el pasado, como si nunca nada hubiera pasado.
¿Cuántos sueños habremos perdido alrededor de nuestra vida? Tristemente, si uno lo piensa bien, son incontables.
Cuando uno desea algo, lucha hasta conseguirlo. El poder soñar y saber definir qué quiero y por qué lo quiero nos fortalece esa 'carta' (por decirlo de una manera) que es símbolo de esperanza, la cual puede o no convertirse en nada más que una realidad.
Las personas que no sueñan son menos creativas, hasta quizás, menos confiables, porque su mundo ha sido producto de un sistema encerrado en el ciclo humanístico, donde se hace sólo lo que la sociedad pide. En cambio, aquella persona que sueña sabe que existen barreras en la vida, pero también descubren, como parte de la incógnita de la existencia, la manipulación de las ilusiones. Además, si uno desea algo, entrega sus energías a la fuerza del Universo y consigue así, lo deseado, depende mucho de si es o no posible, pero tarde o temprano, nos llega esa 'carta', y hasta en forma de comodín, si se tiene suerte.
¿Se conoce el límite de los sueños? No, al menos uno puede creárselos y ser feliz sabiendo que se esfuerza por ellos, así que la esperanza está de más, es lo que le da la chispa a que la acción se lleve a cabo.
Materializar un valor es un hecho tan extraño como comprar oxígeno en una botella, pero son necesidades que el ser humano demanda. La única manera de encontrarse a uno mismo y hacer que los demás lo entiendan, es materializando lo sucedido. Pero con las personas de mente abierta, que sueñan y no necesitan de explicaciones físicas, es posible no hacer materia ese valor o ese sentimiento.
Soñar nos hace cruzar fronteras, tocar cimas y caer en depresiones, pero es una habilidad que el que la posee, debe cuidarla y apreciar todo lo que en sus sueños esté escrito, ya sea respecto a metas, logros, o simplemente sueños que el subconciente enseña detalladamente cuando cerramos los ojos. Además que nos enriquece los sentidos y la motivación del vivir y querer realizar u obtener algo.
En este mundo tan difícil de entender, la única razón de lograr deseos y de arreglarse conflictos mentales es, sin duda alguna, soñando y aplicar esas visualizaciones a la vida real y cotidiana.
Diane Rothschild
24/6/09
1 comentario:
Gracias Diane, me sacó las lágrimas y me conmovió profundamente.
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