Nuestra forma de pensar, vestir, ser y trabajar están ligadas al tipo de cultura que tenemos. Desde siglos atrás el ser humano transformó su estilo de vida nómada por el sedentarismo gracias a la agricultura. Para los indígenas los cerros eran dioses puesto que aquí estaban las nacientes de agua, fuentes de vida. La creencia en aplicar sistemas que respeten la Madre Tierra y a la vez que vayan de la mano junto a rituales en son de agradecimiento representan todo el esfuerzo y sudor de nuestros antecedentes. ¿Por qué no podemos continuar con este tipo de pensamiento?
La sociedad ha sido bombardeada, lo material es lo más importante, donde el dinero es la cabeza del sistema y los negocios son su mano derecha. Así que se aplica esta forma de pensar con la agricultura. Aprovecharse de que los seres humanos necesitan de la agricultura para sobrevivir, se utilizan alternativas para trabajar a nivel masivo y sin tomar en cuenta el verdadero concepto del alimento.
La población aumenta cada día más y los alimentos no pueden parar de producirse. La solución es aplicar todo conocimiento químico que ayude a transformar los alimentos en objetos para ser vendidos y ‘nutrir’ a las personas. Ya no tiene valor el verdadero contenido de las propiedades de los productos que la naturaleza nos brinda, existen mejores tratamientos para llamar la atención y vender más. Simple y sencillamente, lo que comemos ya no es lo mismo, que lo digan el sabor y la energía que nos transmiten esos productos.
La conciencia ambiental se ha dejado de lado en muchos lugares que producen, los suelos son destruidos por la sobre-explotación y aplicación de agroquímicos, las semillas ya no dan abasto en esos terrenos. Existen soluciones, alternativas con sustancias naturales, métodos de siembras amigables con la Tierra tales como rotación de cultivos, mandalas, policultivos, sistemas biodinámicos, biointensivos, orgánicas y naturales.
Excusas no hay, soluciones sí. El agricultor debe meditar respecto a su existencia, ¿de dónde viene? El secreto está en las raíces, no podemos tener una cultura si no sabemos de dónde venimos, es algo que nos guía para hacia dónde vamos. Nuestras creencias deben ir paralelas a nuestras acciones. La población puede cambiar para bien, y en muchos lugares esto ya se está haciendo, se han creado sistemas de conservación y manejo de desechos o mejores formas de producción que hacen tomar conciencia sobre la verdadera importancia que tienen los alimentos sobre la mente y cuerpo de los seres humanos.
Lo importante es nutrir, de una manera sana y energéticamente activa. A fin de cuentas gracias a como nos alimentamos, trabajamos, y a como trabajamos formamos un mejor futuro para ser mejores personas con conciencia ambiental y desarrollo en las comunidades. Todo es un ciclo, sin olvidar nunca la raíz de la Madre Tierra donde la cultura es uno de esos nódulos que sobresalen.
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